miércoles, 20 de noviembre de 2013

No le digas a mi madre que soy comunicador: ella cree que toco el piano en un burdel

Nuestra profesión está tan desprestigiada y sufre tanto intrusismo que a menudo debo pensar bien cómo definirme profesionalmente.

¿Qué soy, un periodista? Bueno, en esencia, sí. Soy periodista pero no de medio, sino de fuente. Demasiado complicado para alguien que no sea de nuestro sector. ¿Quizás un relaciones públicas? Sí, mira. Ahora pensarán que me dedico a repartir flyers de chupitos gratis en las puertas de alguna discoteca. Paso. ¿Qué tal comunicador? Me encanta, si no fuera porque la palabra ha perdido valor al aplicarla a todo comentarista y/o colaborador de cualquier tertulia, siendo o no titulado en periodismo o comunicación.

Al final me canso y pienso: ¿qué más da? El nombre de mi profesión no es lo importante, sino lo que hago. Y es cierto. Pero... ¿qué hago? Solamente lo que me dejan. ¿Por qué todo el mundo puede opinar sobre nuestra profesión sin tener ni idea? ¿A caso nosotros corregimos a un arquitecto o un abogado?

Y después vienen los intrusos. Aquellos que no tienen reparo en llamarse comunicadores o directores de Comunicación pero que no han pisado nunca la Facultad. Aquellos que dan lecciones sin aceptar críticas. Aquellos que, aunque no son capaces de verlo, están dinamitando la imagen de la marca que se supone que han de cuidar. 

Menudo lío. Si no fuera por la pasión que siento por la comunicación no me meto en este mundo ni loco.

A todo esto: ¿No creéis que deberíamos hacer algo de relaciones públicas con nuestra profesión para mejorar su posicionamiento de marca?

lunes, 11 de noviembre de 2013

¿Quién es nuestro enemigo?

Cualquier estrategia militar parte siempre de una base imprescindible: conocer quién es el enemigo. La gestión de la comunicación corporativa, aunque más pacífica, no difiere mucho del combate militar: los comunicadores nos pasamos la vida luchando por convencer y justificar la mejor estrategia; a menudo nos crecen enemigos en nuestras propias filas e incluso  padecemos los daños colaterales de otras guerras. Centrémonos y analicemos la situación antes de declarar la guerra. ¿Qué potencial tenemos los Dircom? ¿Quién es nuestro enemigo? ¿Contra quién debemos luchar?

Hace 20 años, un grupo de profesores de la UAB encabezados por el doctor Pere Soler impulsaron uno de los primeros masters de nuestro país de especialización en lo que hoy llamamos la profesión de Dircom. 20 años después, el máster de Dirección de Comunicación Empresarial eInstitucional de la UAB nos pregunta a los exalumnos cuáles son para nosotros los retos actuales de nuestra profesión. O lo que es lo mismo: ¿a qué nos tenemos que enfrentar los Dircom?

Para mi, estos son nuestros enemigos; los retos a los que nos enfrentamos en la actualidad los comunicadores:

1/ El intrusismo profesional -o lo que es lo mismo, el enemigo en nuestras propias filas- nos hace un flaco favor a la profesión. Sus decisiones infundadas y poco profesionales son torpedos directos a nuestra línea de flotación. Debemos ser más corporativistas y reivindicar, juntos, que en las decisiones sobre la gestión de la comunicación corporativa deben intervenir comunicadores profesionales y formados en la materia.

3/ El inmovilismo ante los nuevos paradigmas comunicativos. Tenemos la obligación de adaptarnos a los nuevos escenarios y entender cómo afecta el contexto actual a nuestra profesión. La estrategia para ganar el combate pasa por abandonar la prepotencia y bajar a la arena, dialogar con nuestros clientes, adaptarnos a sus gustos y conseguir que sean ellos quienes hablen bien de nuestra marca. El reto no es fácil, por lo que la guerra, ahora, deberá ser guerra de guerrillas.

2/ El falso enemigo: los social media. No nos equivoquemos: aunque algunos así lo creen, los social media -las redes sociales, el mundo 2.0- no nos han declarado la guerra. Son el aliado perfecto para salir ganando. Las redes sociales nos abren nuevos canales para escuchar a nuestros stakeholders, comprenderles y hablar con ellos. Los comunicadores debemos entender a los social media para integrarlos rápidamente en nuestra estrategia. No es un consejo: es una obligación.

3/ La falta de autenticidad. Ante la superabundancia de inputs, la infoxicación informativa y la inmediatez comunicativa, nuestros clientes priorizan la autenticidad. La extremada impostación y la construcción de una imagen irreal a base de mentiras y medias verdades no nos salvarán en la batalla final. Los Dircom debemos apostar por lo sencillo, lo auténtico y lo próximo.

4/ La pérdida de valor de la comunicación en la empresa. La crisis no puede ser excusa para que se deje de considerar estratégica la inversión en comunicación. Debemos reivindicar la importancia de una difusión de la imagen corporativa constante, profesionalizada y alineada a los objetivos. En este sentido, no debería ser complicado convencer a los directivos de la necesaria posición del Dircom en una situación privilegiada en el organigrama empresarial, incluso en las PIMES. Más conocimiento y más responsabilidad del Dircom garantiza una comunicación más transversal, estratégica y con un retorno más importante del ROI.

Contamos con altas probabilidades de ganar la guerra. Los datos deben ayudarnos a animar a nuestras tropas: más de 20 años después, la figura del Dircom está ya consolidada en nuestro país*; disponemos de programas de formación de excelencia, como el DCEI -el máster decano en la materia- que nos apoya tanto académica como profesionalmente; el 80% de las empresas españolas tienen su propio departamento de comunicación; el 38% de los Dircom son miembros del Comité Directivo de su empresa**.

Ahora sí: guardemos la bandera blanca y declaremos la guerra. Sólo si nos enfrentamos a nuestros retos y vencemos a nuestros enemigos conseguiremos garantizar una larga vida a la figura del Dircom.   


*Así lo corroboran los datos de Justo Villafañe publicados en las últimas ediciones del Informe Anual de la Comunicación Empresarial

**Datos citados por el Dr. Pere Soler en el blog DCEI: http://dcei-uab.blogspot.com.es/2013/09/dircom-e-innovacion.html